Marcela Rodríguez
Editada por Mariana Murcia
Cuéntanos un poco sobre ti, sobre tus inicios.
Me llamo Marcela Rodríguez, nací en Bogotá, Colombia, en 1973. Estudié grabado, trabaje con papel y con medios gráficos en Arte dos gráficos, donde aprendí de donde proviene, cómo se produce y que ácidos determinan el papel. También aprendí sobre dibujo y la construcción de imágenes.
A los dieciocho años, entré en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas a estudiar dibujo, donde tuve un entrenamiento básico y típico de la academia clásica. Fue un proceso en el que recibí mucha información teórica de las investigaciones, de la información que hay en el mundo en relación a un tema que existe. Abordábamos estos temas desde cómo lo veía el arte, cómo lo veía la biología, cómo lo veía la historia y los historiadores, qué pasaba a nivel político y económico. Los maestros buscaban ver los temas desde distintos puntos de vista para poder dar una enseñanza completa, al mismo tiempo en que estábamos en un entrenamiento fuertísimo de dibujo con modelos vivos.
La academia funcionaba como una estructura muy cerrada donde la información que recibíamos partía de la academia, realmente no era una información que venía desde afuera, a pesar de que salíamos a ver exposiciones.
¿Realizabas investigaciones por tus propios medios?
Si, la academia tiene un espacio donde cada uno busca. Había un espacio grandísimo de trabajo de taller, que es el de la misma investigación. Lo que uno buscaba ahí no podía ser un tema de interés propio. Era muy cerrado; los profesores, proponían los medios y los temas básicos, y daban un montón de información. Luego, cada uno se iba por donde podía, por donde quería o por donde conectaba, pero nosotros no teníamos espacio para proponer temas. Era igual con el tiempo; había que llegar a las ocho de la mañana y estar hasta la una dibujando, teniamos una hora de almuerzo que la mayoría de las veces la gastabamos en la biblioteca; luego venían los cursos teoricos hasta las siete o nueve de la noche, y despues teníamos trabajar en un espacio de taller generando las invetigaciones. Durante cuatro años no tuve mucho contacto con el mundo, sólo los fines de semana para ver exposiciones.
¿Crees que te hizo falta el contacto con el mundo?
Sí. Pienso que la academia es una estructura cercana al psicoanálisis. Es un poco miedoso casi como si fuera un sistema de tortura. Es un sistema de adiestramiento para el cuerpo, para la mente y se supone que para el espíritu. Es como una cárcel, como un hospital psiquiátrico.
¿Obtuviste resultados positivos de esta experiencia?
Claro, todo tiene resultados positivos y negativos. Ahora estoy empezando a ver que pasó conmigo en esa experiencia en la academia y lo estoy comenzando a valorar. Sin embargo fue muy fuerte. Era un sistema en francés, y aunque es una cultura muy fria, la gente es maravillosa, son amorosos e intelectuales, se mueven muchísimas cosas, es una ciudad parecida a Bogotá, pero mas fría.
En un sistema de estos no cualquiera resiste, y eso fue lo que me pasó, no resistí. Dejé el entrenamiento, faltaban seis meses y no pude más.
Fue raro porque lo que me obligó a salir de la academia, fue la sensación de separación entre el intelecto y la vida. Creo que había una disociación, una falta de comunicación en mí, entre el conocimiento y la vida. Sentí que me hizo falta esa relación, si no hubiera sentido esa falta, no hubiera entrado en crisis.
¿Qué hiciste después de Bruselas?
Después de Bruselas decidí que no hacía mas arte en la vida. Decidí que no volvía a hacer una raya, porque se volvió complicado hacer cualquier cosa. Sentí unas exigencias intelectuales que aún no entiendo; fue así como me fui a vivir al campo. Yo vivía en Bruselas y fui a vivir al campo a la casa de una amiga que es mucho mayor que yo; una artista belga. Ahí conocí a varios artistas belgas que fueron de gran influencia para mi. Había una academia que se llamaba la Académie Royale des Beaux-Arts, que se parece a la facultad de arte de Los Andes. La gente de la Académie Royale des Beaux-Arts era muy distinta a la de la Bruxelles Atelier Chantal Vermeulen De Valkener, de Bruselas.
Ellos estaban haciendo arte contemporáneo, y empezaron a mover cosas en mí. Allí retomé el dibujo, a ellos les debo el dibujo y muchísimas cosas más, entre ellas la capacidad de introspección y el valor por la escritura diaria. Les debo la disciplina de trabajo, además del creer que las cosas no pasan porque tenga una idea brillante, sino porque tiene un tiempo específico y porque tienen una alquimia que sucede en ellas mismas y que corresponde a un montón de información que yo misma no manejo ni controlo. Les debo el creer en los procesos de las cosas y creer en esa aproximación al conocimiento, donde no me aproximo a las cosas por su nombre, ni por las ideas que tengo de estas, sino por las cosas mismas, me refiero a que a partir de una idea, se hace un raciocinio y se generan unas nuevas fórmulas, unos nuevos sistemas que vienen a insertarse en el mundo de una forma, con las convenciones que yo siento que hacen faltan. Es una alquimia que yo respeto mucho.
¿Cuál es esa alquimia?
La de la academia. La de dejar que la información genere las cosas, y el creerle a las cosas mismas. Es algo que tiene que ver con la escritura, y también con el dibujo; que no es que yo tenga una idea de lo que voy a dibujar, no, yo me acerco con una aproximación a una idea, y el dibujo se va dando solo, con algo de voluntad, con algo de desición. Siento que tiene muchas cosas que ver con la filosofía misma, y cuando pienso en esto, pienso en una influencia de la academia que es completamente intelectual
Hablando de la academia, ¿crees que los artistas nacen o se hacen?
Yo pienso que los artistas se hacen. Sí, yo pienso que uno se hace. Que el ser artista es un lugar, una cosa que se nombra, no una persona que está en un cuerpo. Ser artista está en un quehacer, que no es sólo el de generar objetos. Se trata de construír un espacio propio a partir desde donde me haya construído; cuando ese espacio se inserta al mundo sucede el arte.
¿Cómo llegaste al mundo del arte?
Yo no sé si estoy en el mundo del arte, porque “el mundo del arte” me hace pensar en esa estructura política, social y económica. Pero ¿cómo llegué? Yo creo que los primeros momentos fueron dados por imágenes de mi casa. Las cosas diseñadas en mi casa, que corresponden a una persona que las diseñó y las pensó, y la conciencia del proceso que tienen las cosas detrás. Ese contacto y esa conciencia de las cosas, pudo haber sido mi primer acercamiento al mundo del arte.
¿Cuáles han sido las corrientes y los artistas que te han influenciado?
En primer lugar creo que no estoy muy consiente de ellos. Y en segundo, no quisiera nombrarlos, porque tendría que dar un paseo muy largo para conectarme con esa información de nombrar qué, quiénes y por qué lado. Pero podría decir que una gran influencia han sido las mujeres artistas que trabajan a partir de su cuerpo, se me viene a la cabeza Marta María Pérez. Se me viene a la cabeza, curiosamente, Rodin.
Creo que soy hija de mi tiempo, creo que me ha influenciado lo que ha pasado en mi tiempo. Somos hijos del tiempo, de lo que vivimos, del contexto de Colombia. El manejo manipulado de los medios de comunicación ha sido otra gran influencia, a veces mucho mas grande que las corrientes artisticas.
¿De que manera este tipo de manejo de la información es recurrente en tus obras?
En realidad es difícil porque hasta ahora no tengo una distancia suficiente para poder decirlo con seguridad. Tiene que ver con los contenidos más que con la forma, porque con la forma soy muy descuidada. Digamos que yo le hago caso a la escritura, a lo que se va dando, a las necesidades que se van presentando, eso es lo que moviliza y es realmente lo que me interesa.
También creo que como mujer tengo un “chip” interno y tiendo mucho a complacer a dar, a ser sumis, a ser docil, pero sobretodo complacer al otro; es una cosa muy maternal.
¿En este caso te refieres al espectador?
A todo el mundo. Tiene que ver más con las espectativas del mundo del arte; para mí prima el querer dar placer. Creo que tiene que ver con la madre, con dar felicidad, aunque la felicidad es una palabra difícil para mí. Pero sí con dar algo que genere cosas positivas, que la gente reciba beneficios. Yo paso por encima de instancias políticas, económicas o de poder social, para llegar finalmente a un fin profundo, que es al que yo le hago caso, el que yo valoro, el que juego, y que se traduce en las siguientes preguntas: ¿Cuál es el sentido profundo? ¿Por qué lo hago? Y ¿tiene sentido?
Entonces puede ser que yo ya tenga una cosa estructurada y hecha, y si no le encuentro un sentido profundo, entonces no existe porque no salió.
¿La obra existe solo mientras tenga sentido?
Exactamente. Cuando yo vea que se están activando y generando cosas que realmente son valiosas en el mundo, no en la obra en sí, sino en el recorrido que esa obra hace.
¿Además de la información y la moda, que otros temas son recurrentes en tus obras?
Hay una constante del cuerpo, de cómo se construye y de cómo está construido.
¿Qué importancia tiene la feminidad en tus obras?
Yo creo que la base del trabajo que hago es auto referencial. Es una lectura, una observación del ser y del estar. De la lectura de las cosas y del contacto de las cosas con las otras cosas, y yo ahí, como una cosa más. Esta lectura está atravesada por el hecho de ser mujer, y por el hecho se madre desde la posibilidad biológica que tengo y del ser madre en el día a día.
La forma y el cuerpo están ahí, pero es un cuerpo de mujer y tiene unas experiencias vitales que se relaciona de una forma y viceversa. Tiene que ver con cómo el mundo se relaciona con ese cuerpo de mujer. En realidad no puedo nombrarlo, pero yo creo que la información está en esa experiencia vital de ser mujer, aquí y ahora, en esta sociedad, en este contexto.
¿Qué técnicas utilizas para materializar estos temas y por que los escoges?
Todo lo que está a mi alcance. Utilizo todo. Hay dibujos en todas partes, dibujo mucho. Digamos que el espacio es un dibujo, que el movimiento es un dibujo, todo es un dibujo. Y en todo hay algo de dibujo muy fuerte, que a veces se vuelve dibujo físico sobre papel o sobre tela, o sobre piel, o en el espacio, o en el aire, o en la cocina, o se transforma simplemente en un recorrido o una proyección, o en un mirar y enfocar algo. Creo que está en todas partes. El dibujo es una constante, en cualquier forma en que se manifieste. La escritura es también un dibujo. Desde el lugar desde donde se escribe es también un dibujo. No es un lugar desde el saber, sino más bien es un lugar que se niega al saber. Es un lugar que se entrega a la experiencia para recoger de ahí la información.
¿Qué relación tiene tu obra con tu vida?
Es mí forma de vida.
¿Que relación existe entre tu obra y el contexto al que perteneces?
Creo que la materia prima con la que está hecha mi obra parte del contexto, que es la experiencia de ser mujer; es casi como una sola cosa. Lo que hay también viene de esa experiencia que implica Colombia, el ser mujer en este lugar, parada desde este lugar.
¿Si crees en la inspiración, qué es lo que te inspira?
Pero yo no creo en la inspiración, porque es una palabra que en mí crea conflicto. Pero mi aproximación a la idea es el estar muy presente y conectado con la información que que uno recibe a través de la experiencia, y se sitúa en un espacio donde el conocimiento está en constante movimiento y no es conciderado como un bien material.
Pero no creo en la inspiración, porque la relaciono con las cosas gratuitas y fáciles, aunque no creo que las cosas lleguen con dificultad, porque tampoco creo en el sufrimiento como un metodo para la expresión; realmente pienso quela cosa se trata más de disciplina y de estar haciendo cosas todo el tiempo.
¿Cómo ha sido tu evolución, desde el comienzo, como artista?
Ha sido la búsqueda de un lugar propio. No de un lugar en sí, sino una necesidad profunda de encontrar algo que tuviera más sentido en lo que hacía y veía. Ese espacio se empezó a construír realmente desde mi encuentro con esa generación de artistas belgas. Siento que paso a paso he podido conquistar lo formal; en ese proceso el dibujo fue fascinante porque era algo que me construía; el dibujo es todo, tanto así que me permitió empezar a hacer mi propia ropa porque no encontraba nada en el mercado que me funcionara. Ese acto lo planteo como un redibujo y una reconstrucción de mi misma, entonces empecé a amar y a valorar un espacio de costura. Entendí tambien que eso podía ayudar a construir a los demás. Entonces empecé a vestir a los demás cuando algunos tenían unas necesidades enormes que el mercado no estaba supliendo.
¿Qué obstáculos tuviste que superar?
Yo creo que el obstáculo es uno mismo, uno escoje si quiere serlo o no. Cada étapa de mi carrera me dejó algo, y ahora es cuando todas esas experiencias cobran sentido y me van formando constantemente.
¿Qué hace de tu arte ser único?
Yo no creo que sea único. Creo que hay mucha gente haciendo lo mismo que yo hago.
¿Qué papel juega el espectador en tu obra, y qué métodos utilizas para que el espectador tenga una interpretación similar al significado que das a tus obras?
Depende de la obra. Pienso que hay una cercanía muy grande con el espectador y la obra, ya que el espectador ha sido parte de la gestación de la obra. Por ejemplo, tengo unos graffitis en la ciudad que se insertan en un lugar donde hay carencias; hay objetos en el espacio público que no sirven para nada. Lo que yo hago es hacer un señalamiento que invite a la gente a usarlos…
En este tipo de obras la interpretación sería bastante amplia…
Si. Es una cosa vivencial que la gente tiene con la cosa en sí.
¿Cuál es tu presente?
Es un proyecto que está en proceso y se llama “la célula madre”. Es un espacio que lleva varios años generando contenidos donde no los habían en la sociedad. Lo que “la célula madre” hace es presentar ante la sociedad determinados temas. El sistema central, es interactivo vía internet, pero también hay cosas como ropa a modo de servicios para la comunidad.
¿Cuál es tu mayor sueño como artista?
En este momento, sacar adelante el proyecto de “la célula madre”.
¿Cuál es tu propósito como artista?
Insertarme, generar y suplir contenidos donde no los hay en algunos lugares que me interesan.
¿Qué tipo de percepciones quieres cambiar en la gente, los espectadores, por medio de tu obra?
Eso termina sucediendo pero no es mi finalidad. Pienso que mi trabajo se trata de devolverle cosas a las personas que pensaban y creían que no tenían pero que ahí estaban. Mi propósito es hacer esas cosas visibles.
¿Qué tipo de cosas haces visibles?
He trabajado con los vendedores ambulantes en el espacio publico porque son personas que viven con miedo de que se los lleve la policía, entonces lo que yo hago es insertar algunos elementos que proporcionen comodidad. He visto que efectivamente estos objetos activan esa sensacion y comportamiento de cercanía y de comodidad.
Mi trabajo con la ropa se canaliza por las personas que no se sienten bien con su cuerpo, lo que yo hago es un señalamiento de la misma manera que en el espacio público. Señalo el cuerpo haciendo una pieza de ropa que se adapte a ellos como si fuera piel, para que al estar expuestos se sientan seguros y con confianza. Para mi lo más importante es tener en cuenta a las personas.
¿Hay alguna función ética que impulsa tu arte?
Para mí si. Creo que si los artistas tuvieran claro que su papel no es el papel señalado a su conveniencia, sino que es algo que se tiene que asumir como propio reconociendo una función básica dentro de la sociedad. En esta medida la sociedad se construye, tomando el discurso de la construcción social de Joseph Beuys; es una idea muy utópica, en la que se supone que si muchos artistas sumen ese papel, con una función positiva, se podría cambiar el mundo.
Para finalizar, ¿Cuál es tu definición de arte?
Tiene que ver con lo que te acabo de decir; el arte es esa mirada desde donde se ve el mundo de una manera distinta que permite generar otro tipo de sentidos. Es una mirada que se inserta en la sociedad para generar contenidos que construyen a las personas desde una posición crítica por medio de señalamientos.